SHU-HA-RI.
Tres palabras que describen en la tradición japonesas las fases del proceso de
evolución de un maestro, de artes marciales o de cualquier otro arte. Un
maestro no es solo aquel que enseña, sino el que alcanza la maestría, basada en
la experiencia y el conocimiento. Y para llegar a alcanzar este nivel, el
artista marcial ha de pasar por diferentes fases, que tradicionalmente se han
resumido en SHU-HA-RI:
SHU (obedecer o proteger)
Ésta
es la primera etapa. Es el aprendizaje más clásico, imitando al profesor y
guiándose plenamente por él, siguiendo exactamente sus instrucciones, con el
alumno protegido por sus enseñanzas. En esta fase se practica y perfecciona la
técnica fundamental, se asimilan los principios del sistema o estilo, y se
prepara el cuerpo y la mente para la práctica. El maestro y los compañeros más
veteranos son la referencia, un modelo a imitar. Todo lo que aprendemos nos es
dado, mostrado por otros. Por hacer un símil con la escuela, sería la
etapa de aprendizaje de la escritura, en la que se realizan “dictados” y
“copiados”, y se escribe lo que indica la maestra.
Lamentablemente
muchos artistas marciales se quedan en esta fase de repetición sistemática,
imitando simplemente los modelos establecidos. Es una etapa muy importante,
necesaria… pero transitoria. Al menos para aquellos que buscan progresar en un
arte marcial. Si llevas mucho tiempo aprendiendo a escribir y sigues haciendo
copiados, algo falla. ¿No te parece?
HA (romper)
Esta
etapa comienza cuando surge cierta rebeldía, una ruptura con la repetición
sistemática y el dogma de fe en el sistema. El artista marcial empieza a
cuestionar las enseñanzas que recibe de su maestro, a interpretarlas, a
compararlas con lo que ve fuera de su propio Dojo. Enseñar a otros es una buena
vía para adentrarse en esta fase, un pequeño empujón que a veces es necesario.
Recuerdo que cuando empecé a impartir clases asistía a muchos cursos, y en las
prácticas con mi maestro le interrumpía constantemente dándole una visión
diferente de lo que estaba explicando, o poniendo de manifiesto lo que para mí
eran pequeños matices que podían ser cuestionables. Mi maestro me hizo ver que,
aunque mi actitud crítica era correcta, mi comportamiento no lo era. Me dijo:
“Está bien que pienses por ti mismo, pero el que está dando la clase soy yo”.
Ese día aprendí dos lecciones: que el pensamiento crítico es positivo y que las
formas de expresar ese pensamiento deben basarse en el profundo respeto.
HA no es una
ruptura con el maestro: dejar la escuela, romper relaciones, etc… En absoluto.
Es una ruptura con lo convencional, es una actitud crítica ante todo, el
comienzo de un proceso de personalización de lo aprendido. Es pasar de
hacer “copiados” y “dictados” a escribir “redacciones” y textos con nuestras
propias palabras. Evidentemente todo lo que escribamos estará basado en lo que
hemos aprendido, y en lo que seguimos aprendiendo, pero cada uno lo escribirá
de manera diferente.
Para mí es quizás
la fase más importante, porque puede ser un momento crítico. No todo el mundo
está dispuesto a cambiar la protección de la certeza por la inseguridad de
la duda. ¿”Sólo sé que no se nada”? Más bien “Cuanto más sé, más sé que no sé”.
RI (separarse)
La
última fase. Tampoco hablamos en este caso de una separación física o emocional
del sistema o de la escuela. Es más bien una desviación del camino
impuesto, para recorrer otro elegido por nosotros mismos, que puede ser
paralelo y conducirnos a los mismos lugares… o no. El artista marcial no
interpreta o cuestiona, sino que hace de su arte algo propio, basado en lo
que le han enseñado, pero personal. Los modelos que marcaban sus movimientos
son sustituidos por las propias sensaciones, por lo que su cuerpo le pide
hacer, y la práctica no está ya está definida por lo cánones del estilo,
sino por su propia forma de entender el arte marcial. En este caso, nuestra
redacción sería sobre un tema elegido por nosotros mismos, con el que nos
sentiríamos identificados, y nuestra pluma sería claramente reconocible en el
texto, con un estilo personal, puede que casi poético.
Pero cuidado, no
se trata de “inventar” o de “crear por crear”. Ri es la conclusión
natural de un proceso de desarrollo. No es una meta a alcanzar, sino la
consecuencia de los años y la calidad de la práctica, de la actitud de estudio
y aprendizaje, de la adquisición de habilidades y conocimientos, de la
experiencia… Recordemos que cualquiera puede inventar, pero eso no le convierte
en un maestro.
Y desde luego, no se acaba todo aquí. SHU-HA-RI es un ciclo, que se recorre una y otra vez. El artista marcial, como ser humano, está permanentemente evolucionando, pero nunca debe perder de vista a los fundamentos y a sus maestros, siempre debe cuestionarse a sí mismo, a los demás y al sistema, y todo ello debe servirle para alcanzar conclusiones y asimilarlas, haciéndolas suyas. Sólo así, algún día, alcanzará la verdadera maestría
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