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domingo, 17 de abril de 2016

KINTSUGI o KINTSUKUROI


Kintsugi: carpintería de oro o Kintsukuroi: reparación de oro es el arte japonés de arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.

La historia del kintsugi se remonta a finales del siglo XV cuando el shōgun, Ashikaga Yoshimasa envió a China, para ser reparado, dos de sus tazones de té favoritos. Los tazones volvieron reparados pero con unas feas grapas de metal, que los volvían toscos y desagradables a la vista. El resultado no fue de su agrado, así que busco artesanos japoneses que hicieran una mejor reparación, dando así con una nueva forma de reparar cerámicas, convertida en arte.

La técnica y arte de dicha forma de encarar la reparación de los objetos fue tan apreciada que algunos llegaron al punto de ser acusados de romper cerámica para luego poderla reparar con dicho método, sobre la base de que la complejidad de la reparación transforma estéticamente la pieza reparada, dándole así un nuevo valor. De esa manera se da el caso de que antiguas piezas reparadas mediante este método sean más valoradas que piezas que nunca se rompieron. Si bien el proceso está asociado con los artesanos japoneses, la técnica ha sido aplicada a piezas de cerámica de otros orígenes, entre ellos China, Vietnam y Corea.
es.wikipedia.



Cuando los japoneses reparan objetos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza.
La aceptación de lo inevitable, la imperfección, la mutabilidad, el reconocimiento de que las cosas son siempre incompletas, el descubrimiento de la belleza en la fealdad, lo conmovedor en los defectos, está en el trasfondo de esta filosofía.
Si trasladamos este concepto al terreno de lo humano, esta filosofía nos deja una enseñanza inusual y muy poco arraigada en la cultura occidental, donde tenemos bastantes dificultades para percibir y no digamos ensalzar, la belleza y transcendencia de lo roto, estropeado, feo, erróneo, etc.
La idea de no ocultar la imperfección, al contrario, ensalzarla como una manera de enfocarse a la lucha y la superación, resulta muy reveladora. No sentir vergüenza por el error, o el fracaso, al igual que la cerámica rota se hace más fuerte después de la reparación, también nuestros errores y fracasos suelen hacernos más fuertes. 

Resulta una gran enseñanza, en esencia la idea de no sentir vergüenza o miedo por los errores, fracasos, equivocaciones, sino al contrario, orgullo por la fortaleza que supondrá la superación y el afrontamiento de esas dificultades.

El problema radica en que culturalmente esta filosofía está muy alejada de lo que en nuestro mundo se premia y reconoce. A todos nos iría mucho mejor si consiguiéramos liberarnos del peso que supone el miedo al error, a la equivocación y en su lugar, consiguiéramos aceptarlos como una parte natural y positiva del proceso de aprendizaje, superación y mejora.
Fuente:  nmformacion.





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