El entorno físico
Japón es un archipiélago volcánico situado en el extremo oriental del continente asiático. Se extiende desde los 23º 30’ N hasta los 45º 30’ N y entre los 131º E y los 146º E. Comprende 3.400 islas de muy variado tamaño, por lo que tiene una superficie total de unos 378.000 Km2. Las cuatro islas mayores: Hokaido, Honshu u Hondo o Nipón, Shikoku y Kyushu, suman el 97% del territorio.
Japón se sitúa en la zona de contacto entre las placas del Pacífico, Filipinas y Euroasiática. Es, pues, una zona azotada frecuentemente por los terremotos y el vulcanismo activo.
El 26% del territorio japonés es volcánico. De todos los volcanes que hay 180 aparecieron durante el cuaternario y 60 entraron en erupción en épocas históricas. Sólo la costa del mar de Japón se salva del vulcanismo activo. El Fujiyama, con sus 3.778 m, es el volcán más alto del Japón y un símbolo nacional. La mayor concentración de volcanes se encuentran en la Fosa Magna.
Japón, por su posición, tiene un clima con veranos calurosos y húmedos e inviernos fríos, frecuentemente con precipitaciones abundantes en forma de nieve. Está dominado por las masas de aire tropical marítimo, procedentes del oeste del anticiclón hawaiano , y las masas de aire polar continental y ártico. Tokio puede tener temperaturas veraniegas propias de los climas tropicales e invernales propias de latitudes templadas.
La abundancia de lluvias en el clima permite la existencia de una exuberante vegetación arbórea que cubre todo el país, incluso las montañas.
La mayor parte de la superficie de Japón es montañosa. Las llanuras se encuentran en la costa y ocupan tan sólo un 15% del territorio. Es en estas llanuras donde se concentra la mayor parte de la población y las actividades económicas. El carácter montañoso del territorio dificulta las comunicaciones por el interior.
Apuntes históricos
Japón fue una sociedad cerrada a las influencias extranjeras durante 230 años, desde el decreto de reclusión de 1638 hasta la restauración del poder imperial y la revolución meijí que comenzará en 1868.
Hacia 1600 el sogún Tokugaua consiguió someter a dominio feudal a todo el Japón, pero no era el emperador legítimo sino sólo un señor feudal: un samurai.
En 1868 el emperador de Kioto restaura el poder imperial derribando al sogún y creando la dinastía meijí. La dinastía pretende modernizar la nación a la manera de los países capitalistas europeos de la época. Construye un modelo de Estado liberal de estilo occidental. En 1885 se forma un gabinete de gobierno al modo prusiano, en 1889 el emperador concede una constitución y convierte su imperio en una monarquía constitucional. El Estado se conforma con una estructura bicameral: el Congreso o Shugi-in y la Dieta o Kokai; y habrá un Gobierno o Sangi-in. En 1890 se realizan las primeras elecciones libres. Todo ello es un regalo imperial que tiene como objetivo modernizar el país y crear un imperio colonial al estilo europeo.
Durante todo el período los samuráis van perdiendo sus privilegios y se instalan en el Japón las costumbres occidentales, como en la manera de vestir, con lo que se borra, a golpe de decretos, la apariencia de la división de clases y estamentos.
A pesar de todo, en Japón aún no había una sociedad de clases, ya que no había habido una revolución industrial. Este hecho condicionará la sociedad hasta nuestros días. Sin embargo, la diferencia entre samuráis y comunes era cada vez menor, a fuerza de decretos. Nacen los partidos políticos, a semejanza de los europeos y con el impulso de la ilustración francesa.
En 1877 se crea el yamagata o servicio militar obligatorio, con lo que se forma un ejército fuerte y nacionalista, y que se pone en manos de un proyecto expansionista e imperialista. Pero la potencia militar de la época se fundamenta en la industria, y para tener un ejército fuerte hace falta tener una industria que fabrique las armas. El militarismo será el origen de la industria japonesa.
Japón se desarrolla, en principio, por el impulso del Estado, que pretende abastecer a su ejército de productos industriales, pero, luego, las empresas privadas tomarán el relevo, mientras las costumbres se occidentalizan. Esta dicotomía entre impulso del Estado e iniciativa privada será una constante en la economía japonesa, hasta nuestros días.
El crecimiento económico de Japón y su nuevo Estado occidental le llevó a una política imperialista sobre las regiones de su entorno: Corea, China, sobre todo Manchuria, e incluso sobre las regiones orientales del Imperio ruso, que había llevado el Transiberiano hasta Vladivostok (1891-1904). En 1904 Rusia y Japón inician una guerra por el control de la zona; que ganará Japón y supondrá en Rusia el inicio del ciclo revolucionario. En la década de los 90 del siglo XIX Japón invade toda la zona; y mantendrá el control indiscutible tras la primera guerra mundial, aunque con el rechazo de chinos, coreanos y rusos.
El apogeo del militarismo llega durante los años 30 y la segunda guerra mundial, en la que se invade Manchuria y gran parte de China, y se lanzan por el Pacífico invadiendo Filipinas, Indochina e Indonesia; toda una amplia región que le garantizaba las materias primas para su industria, que le faltaban en su territorio. Se enfrenta en el Pacífico a EE UU en una guerra de desgaste. Al finalizar el conflicto Japón está totalmente arruinado y sometido, tras una larga contienda y dos bombas atómicas sobre su territorio.
Tras la guerra Japón queda bajo la tutela de Estados Unidos. Se impulsa la economía capitalista. Se le concede una nueva constitución, más acorde con la nueva mentalidad, creando una monarquía parlamentaria en la que el emperador era el jefe del Estado pero no tenía poderes ejecutivos. Además, se imponen acuerdos comerciales preferentes con Estados Unidos, pero que eran también ventajosos para Japón, ya que se permitió la transferencia de tecnología, a raíz de la guerra de Corea, y la industria japonesa se puede modernizar casi en su integridad; lo que le permitió obtener ventajas comparativas, ya que poseía una industria más moderna, y una mano de obra trabajadora, preparada, barata y sumisa. En estas condiciones Japón llegó pronto a ser la segunda potencia dentro de los países capitalistas.
El asentamiento humano
La ocupación humana de Japón es relativamente tardía. Apenas hay yacimientos paleolíticos. Los primeros restos de importancia que encontramos son ya neolíticos. Se considera como japoneses oriundos a la cultura yayoi, de origen mongoloide, que introdujeron la agricultura del arroz y los metales.
Pero el sistema tradicional de cultivos se organiza hacia el siglo VIII: el sistema jori. En esta práctica se establece, por ley, la restitución periódica de las tierras entre los campesinos, cada seis años. Se asignan las parcelas, que son rectangulares y todas de igual tamaño, independientemente de su productividad. Cada parcela está delimitada por caminos o canales de riego. Se trata de un openfield generalizado. Esto da un paisaje rural organizado en campos de arrozales regulares, en las tierras llanas; en contraposición con las tierras de secano que se sitúan a continuación. Tras ellas encontramos las pendientes cubiertas de bosques. Es en la tierra de secano, que periódicamente se queda en barbecho, donde pasta el ganado. Aunque, no es muy intensa la integración de la ganadería y la agricultura. Sin embargo, el sistema jori no estuvo implantado en todo el territorio, sino sólo en las llanuras centrales. Las parcelas no son muy grandes, entre 5 y 10 áreas. Las más grandes son las granjas, seguidas de las parcelas de secano, y las más pequeñas son los arrozales intensivos.
Los campos están abiertos, sin embargo, las casas suelen estar rodeadas de árboles para defenderlas del viento. En el sur encontramos, en su lugar, muros de sometimiento en las pendientes, de piedra seca.
Las tierras de cultivo suelen dar dos cosechas, una en verano y otra en invierno, de arroz y soja por ejemplo. El poco espacio llano disponible ha obligado a practicar una agricultura intensiva.
En general, el hábitat rural es agrupado, aunque también se da el disperso. El sistema jori facilita el hábitat agrupado, aunque no en exclusiva. Domina en las tierras llanas del viejo Japón y en las zonas de ocupación reciente. De todas formas, el hábitat rural agrupado no suele ser denso y encontramos pequeños pueblos cada pocos kilómetros. Lo más común es que el plano del pueblo sea irregular, aunque los más modernos presentan un plano regular.
Las casas tienen varias dependencias y está rodeadas de una hilera de árboles más o menos continua. Con frecuencia, los pueblos se suceden unos a otros sin que haya un núcleo central claro. Las parcelas se disponen perpendicularmente a lo largo de los caminos, prolongando hacia el interior el frente de la casa.
Es de destacar que, también, hay pueblos más comerciales de casas apretadas y estilo urbano. El campo japonés está muy urbanizado.
Las ciudades japonesas tienen su origen en la Edad Media, pero se desarrollan en la época meijí. A principios del período meijí sólo cinco ciudades tenían más de 100.000 habitantes: Kioto, Edo (Tokio), Nagoya, Osaka y Kanazaua. Estas son las grandes metrópolis actuales, centro de algunas de las conurbaciones más grandes del mundo. Tokio es la ciudad más grande del mundo con sus 24.000.000 de personas.
La red urbana
La red urbana tiene dos grandes megalópolis, formadas por dos grandes conurbaciones: Osaka, Kobe y Kioto, que forman la conurbación de Kinki (15.000.000 de habitantes); y Tokio y Yokohama que forman la conurbación de Kanto (33.000.000 de habitantes), donde encontramos, prácticamente, un continuo urbano. Estas conurbaciones tienen grandes puertos que les sirven.
Nagoya es un centro regional completo con uno de los puertos más importantes del mundo aunque no llega al tamaño de las grandes conurbaciones: 4.000.000 de habitantes.
Tras estos grandes centros se encuentran las ciudades satélites e industriales con alrededor de un millón de habitantes, como Hiroshima, Sendai, Kauasaki, Amagasaki, Kitakyushu, etc. Algunas de estas ciudades son centro de su región. Las ciudades de Fukuoka y Saporo están especializadas en el terciario superior, y son centros bancarios y de bolsa de primer orden mundial.
La tercera clase de ciudades está formada por las capitales de ken (provincias), con 200.000 habitantes e influencia sólo en su ken. Todavía hay un cuarto escalón formado por las ciudades especializadas, mineras o textiles, y los pequeños centros comerciales locales, muy numerosos. En muchos de estos centros la actividad agrícola es destacada. Tras ellos está el mundo rural.
Las ciudades están situadas en las llanuras aluviales y en las antiguas plataformas de abrasión junto a las costas. La ciudad tradicional presenta un plano ortogonal. Muchas de ellas tienen puerto, aunque no todas tienen un puerto industrial y remozado. Las grandes megalópolis son ciudades modernas con grandes edificios, pero la ciudad tradicional es de casas bajas en las que sobresalen algunos templos. Se trata de una aglomeración de casas unifamiliares de madera. Una curiosidad es que la ciudad medieval es más regular que el ensanche de la era meijí, ya que este se hizo respetando los antiguos caminos rurales. Las aceras son escasas: los peatones se refugian tras los postes y señales. La ciudad tradicional japonesa no tiene mucho colorido, si exceptuamos algunos carteles luminosos. Claro que la vida moderna ha modificado profundamente este modelo general y hoy en día apenas se distinguen de las europeas, más que en sus barrios más antiguos. Además, los terremotos y los cataclismos destruyen con cierta frecuencia las ciudades, y las reconstrucciones se hacen con criterios más occidentales, aunque no han perdido su carácter. Los rascacielos no son frecuentes ya que en general han estado prohibidos debido al peligro que suponen durante los terremotos. Sólo algunos centros comerciales de las grandes ciudades y las antenas de televisión son edificios altos.
La casa tradicional es uno de los elementos más exóticos de Japón. Está construida con madera, abundante en el bosque japonés, de planta cuadrangular y con varias edificaciones exentas, diferenciadas funcionalmente. Entre las edificaciones encontramos jardines y patios. Sin embargo, esta casa no se remonta a tiempos lejanos, muchos elementos son relativamente modernos, como las esteras o tatami. Las maderas forman el techo, el suelo y el entramado, pero las paredes son muy frágiles, cumplen más una función de cierre que de muro. Los tabiques interiores se reducen a un panel de papel vegetal traslúcido y corredizo. Los muebles son escasos, ni mesas, ni sillas, ni camas. Esta técnica de construcción es, en general, de época meijí. El plano de la casa es aleatorio, ya que las paredes móviles permiten cambiarlo. Sin embargo, el piso se divide en varios escalones que lo elevan unos centímetros. Es costumbre estar descalzo en casa, o con sandalias de madera. Las habitaciones están poco o nada especializadas. Esta casa aparece incluso en los barrios antiguos de las ciudades.
La casa tradicional japonesa está muy extendida por todo el país, tanto en las regiones cálidas del sur, como en las frías del norte. Esto le impide una adaptación real al medio, ya que es fruto, básicamente, de la moda. Está mal adaptada al clima, ya que es fría en invierno y calurosa en verano. No resiste los tifones ni los terremotos, ni si quiera la lluvia y la nieve o la humedad, y el fuego es un mal endémico, pero es muy barata y fácil de construir, o lo era cuando los bosques eran abundantes.
Población
Japón tiene unos 130 millones de personas lo que supone una densidad de más 336 h/km2, una de las más altas del mundo. Es una de las regiones con mayor densidad del planeta. Además, debemos de tener en cuenta que la mayor parte del país está despoblado, lo que hace aumentar las concentraciones a más de 2000 h/km2.
La fecundidad siempre ha sido muy alta y su mortalidad muy baja, por lo que pasó rápidamente la transición demográfica, sin grandes problemas, y además acompañada de un desarrollo industrial acorde. Tras la segunda guerra mundial la natalidad cae en picado y se completa un ciclo que le llevará al modelo demográfico moderno. El aumento de la población se debe, básicamente, al crecimiento vegetativo, las migraciones son marginales. El desarrollo económico ha sido más rápido que el de su población, que hoy en día tiene claros síntomas de envejecimiento.
La distribución de la población es muy irregular. La mayor parte del país está despoblado. La gente se concentra en las llanuras costeras y sobre todo en el sur, en torno a las grandes megalópolis. En total 1/6 de la superficie. Esta concentración fue posible porque durante los primeros años de la era meijí hubo un auténtico éxodo rural del campo a los nuevos centros industriales. La población urbana supone un 77% del total.
Los japoneses se ocupan principalmente en el sector terciario, con más del 58% de la población activa. Detrás sigue la industria, un 34% y la agricultura un 6%, aunque es importante el impacto de la agricultura a tiempo parcial. Los empleos son de calidad y estables. El paro afecta a un porcentaje escaso de la población activa: un 3%.
Estructura económica
La economía japonesa se ha debatido, desde el principio, entre el impulso de la iniciativa pública y la privada. El peso de las inversiones ha cambiado de signo según la coyuntura económica, o si determinados sectores se consideran o no estratégicos. Los japoneses no han tenido la obsesión liberal de que el gobierno no interviniese en la economía.
El sector empresarial japonés está muy bien estructurado aunque con una cierta polaridad entre las grandes y las pequeñas empresas. El 40% de los trabajadores están empleados por empresas con menos de 10 trabajadores, mientras que sólo un 25% del proletariado está empleado en compañías de más de 100 trabajadores.
Las pequeñas empresas son subsidiarias de las grandes compañías, ya que se dedican a la fabricación de componentes para los productos de estas. No obstante, algunas pequeñas firmas, que se dedican principalmente al textil, son independientes. Existen multitud de constructoras de maquinaria y de servicios industriales. Normalmente, las pequeñas empresas que facilitan componentes para las grandes compañías están asociadas, con el fin de poner unas normas estándar en la fabricación de los mismos, y así no depender en exclusiva del contrato con una gran empresa. Esto les da cierta independencia, aunque la norma es la fidelidad entre compañías.
No obstante, la producción mayoritaria para el mercado está dominada por las grandes empresas. Sólo en el textil se observa una mayor fragmentación. Sin embargo, la tendencia es a la concentración y a la absorción de las pequeñas empresas por las grandes.
En el comercio la dispersión es mayor y aunque dominan las grandes firmas subsisten las pequeñas y medianas, sobre todo si son especializadas. El consumo interno es la base de la economía japonesa.
La concentración es mayor en el sector financiero. Los zaibatsu son las grandes empresas financieras, y los grandes bancos que en ocasiones pueden llegar a mover presupuestos mayores a los de muchos países desarrollados. Los zaibatsu son clanes familiares que dominan la mayoría de las acciones de un holding, a través de las que controlaban un numeroso grupo de empresas de un mismo sector o de varios. Son zaibatsu importantes: Mitsui, Mitsubishi, Itochu, Maribeni y Sumitomo, todas ellas manejan un capital de más de 150.000 millones de euros. Al final crearán grandes bancos y compañías de seguros. El origen de los zaibatsu es muy diverso y puede remontarse a la Edad Media. Fueron fundamentales en el triunfo de la era meijí y la modernización de Japón, pero también en el desarrollo y financiación de la guerra. Tras la segunda guerra mundial fueron disueltos por los estadounidenses en función de las leyes antimonopolio, pero no tardaron en reconstruirse, con gran potencia, bajo la nueva legislación, y a pesar de las leyes antitrust. Los nuevos zaibatsu son modernas empresas financieras y plenamente capitalistas, aunque con un carácter menos familiar, que no les falta. Estos zaibatsu tienen una política expansiva agresiva y no sólo sobre las empresas que controlan un determinado producto, sino que se han diversificado en varias ramas. La ley se elude gracias a la pasividad, o complacencia, de las autoridades y la creación de un complejo sistema de asociaciones y empresas subsidiarias, y por medio de operaciones de «ingeniería financiera». La guerra de Corea suavizó el control estadounidense y algunos de ellos se recuperaron.
El papel del Estado siempre fue intenso. La Administración meijí favoreció activamente la creación de empresas e infraestructuras, a través de una política de obras públicas. El Estado actúa siempre que faltan capitales en algún sector. Aunque proclaman la libertad de empresa, la economía está intervenida, y hasta planificada, por medio de una serie de indicaciones más o menos flexibles que las compañías se comprometen a conseguir. Esta planificación es responsabilidad de un organismo central dependiente del gobierno. Se elaboraron planes en 1948-52, 1956-60 ó 1961-70. Además, también hay planes que afectan a determinadas regiones, y están encaminados a evitar la congestión de la concentración industrial y urbana.
El crecimiento de la economía japonesa ha sido espectacular. Ha llegado a superar el 10% anual durante los años 60 y 70. Este aumento se debe, ante todo, al incremento del consumo interno, que absorbe hasta el 89% de la producción nacional. La exportación, a pesar de la sensación que produce en los países desarrollados la invasión de productos japoneses baratos y de calidad suficiente, no supone para ellos más que un 11% del consumo. Este extraordinario aumento del gasto interno es posible gracias a las altas tasas de ahorro. Pero, además, es preciso establecer una política antiinflacionista por medio de un mercado protegido. La inflación no supera el 0,5 anual.
La agricultura
La agricultura tradicional es de tipo asiático meridional: intensiva de arroz y por inundación, sistema jori. Pero con el tiempo cobran importancia los árboles frutales y la ganadería. Ocupa a muy poca población activa, un 6% aproximadamente y supone menos del 3% del PIB. Actualmente no es suficiente para atender las necesidades alimenticias de la población. En este terreno Japón no es autosuficiente, y deben recurrir a la importación los productos alimenticios, suponen el 23% de las importaciones.
La superficie media por explotación es de 1 ha, lo que significa que domina el minifundio. Pero esto puede ser engañoso ya que es muy grande el impacto de la agricultura a tiempo parcial con explotaciones muy pequeñas. Las explotaciones están muy capitalizadas, son de propiedad privada y dominio útil directo.
La superficie agraria útil es sólo en 14% del total. En ella encontramos dos tipos de cultivo bien diferenciados: el cultivo de regadío por inundación, con el arroz como especie principal; y los campos de secano con cereales panificables y soja. En las regiones favorables, los campos inundados pueden dar dos o más cosechas al año. Frecuentemente, se secan en invierno y en ellos se cultivan hortalizas. Los campos de secano tienen que pasar barbecho durante un año.
La ganadería es subsidiaria de la agricultura y está integrada en el sistema agrícola tradicional. Está muy desarrollada la agricultura sin tierra, las granjas proliferan en las inmediaciones de las metrópolis. Son muy pocas las tierras dedicadas a forrajes.
En la actualidad se comercializa toda la producción, lo que convierte a las explotaciones en auténticas empresas que sirven al mercado y trabajan para las compañías que comercializan los productos. Sin embargo, las ganancias en el campo son altas gracias a las técnicas de la revolución verde, que se utilizan de manera masiva, y a la poca población activa que ocupa; de ahí que esté muy extendida la agricultura a tiempo parcial.
La pesca
La pesca es uno de los sectores económicos más importantes de Japón. Es la actividad primaria que más contribuye al PIB. Japón dispone de buenos caladeros en el mar de China y en el mar del Japón (Donghaebada o mar del Este) pero no se limita a ellos: su potente flota trabaja en todos los mares.
Japón dispone de la flota más grande del mundo, que aporta el 60% de las proteínas animales de la dieta japonesa. Está organizada en empresas de grandes dimensiones, con enormes barcos que pescan en cualquier parte utilizando los medios más modernos. La pesca tradicional de bajura no falta, aunque es marginal.
La industria pesquera japonesa está muy capitalizada, hasta el punto de que tiende al cultivo marino, con grandes criaderos de todo tipo de especies: mariscos, algas, ciertos peces y hasta las perlas. El Estado está muy interesado en mantener este sector.
Los puertos más importantes están en el Pacífico y no en el mar del Japón o el de China que están más volcados a la pesca tradicional. Nagasaki y Fukuoka, junto con los de las grandes metrópolis, son los centros pesqueros más importantes.
La energía
El consumo de energía en Japón es muy alto, más de 6.895 de kw/h per cápita. La mayor parte de la energía la consumen las grandes empresas.
Japón tiene escasos recursos para obtener energía eléctrica. La mayor parte de ella se obtiene del petróleo, seguida de la nuclear, la hidroeléctrica, el carbón y las alternativas. Japón es el tercer productor de energía eléctrica del mundo y la consume toda.
En la producción de electricidad tiene una importancia decisiva para el Estado ya que es considerado un sector estratégico. El Estado ayuda a las empresas japonesas a introducirse en compañías extranjeras.
Los mayores consumidores de energía eléctrica son: las industrias pesadas, las industrias ligeras y el gasto doméstico. Es de reseñar que el consumo de energía en Japón es cada vez más eficaz, gracias al uso masivo de maquinaria de bajo gasto. Esto es vital para el desarrollo de Japón.
Japón no produce petróleo, en realidad es uno de los países que menos recursos tiene para producir energía eléctrica, por lo que lo ha de importar masivamente. Además, el petróleo es vital para el transporte. Japón importa petróleo crudo y lo refina todo.
La energía nuclear entró tardíamente, debido a causas psicológicas, pero su bajo precio le ha hecho apostar fuerte por ella y hoy es el tercer productor de energía eléctrica termonuclear del mundo.
La industria
La industria es el segundo sector más importante de la economía japonesa: supone el 42% del PIB y ocupa la 35% de la población activa.
La industria hace su despegue en la época meijí con la intervención estatal y el impulso militarista. La producción japonesa tiene muy poco que ver con la artesanía tradicional. No se trata de la mecanización de los sistemas de manufactura tradicionales, sino de la asunción de la tecnología europea para producir bienes similares a los de estos. Ello les lleva a imitar y a copiar los productos desde el principio, invirtiendo en la mejora de las máquinas y con una mano de obra barata, rápida, cualificada y sumisa.
Japón carece de materias primas en cantidad suficiente para desarrollar su industria, por lo que debe recurrir a la importación de casi todo. Para poder prosperar debe hacer productos elaborados de alto valor añadido y tecnológicamente complejos, debe construir industrias ubicuas. La falta de materias prima le impulsó al colonialismo.
Las industrias se concentran en el ángulo sureste, entre la costa del Pacífico y el mar del Japón. Las fábricas se instalan en torno a grandes puertos, por lo que se tiende a la centralización. Sin embargo, desde los años 70 se observan tendencias de desconcentración de la producción. Esta corriente beneficia a los países de su entorno que ofrecen ventajas fiscales y de mano de obra barata, y buenas comunicaciones con las grandes rutas del comercio internacional.
La siderurgia es una de las principales industrias del Japón, sobre todo la siderurgia de transformación. Se abastece de materias primas en los países ribereños del Pacífico y el Índico. La construcción naval es una de las industrias más importantes, ya que tiene una gran tradición, pero destaca en la fabricación automóviles; que tienen precios competitivos; además, son coches pequeños y de bajo consumo: ideales para la ciudad moderna y las clases medias de todos los países del mundo.
La industria textil es también muy importante, y es la más vinculada a la tradición nipona. Se localiza en la costa del Pacífico. Las industrias del textil están menos concentradas, y en general son empresas de pequeño y mediano tamaño.
La industria dedicada a las altas tecnologías está entre las más competitivas del mundo. Fabrica televisores, equipos de sonido, ordenadores y programas para ellos, sobre todo portátiles, teléfonos móviles, etc.
La industria japonesa tiene una gran capacidad de exportación. Puede abastecer la demanda interna y poner en el mercado internacional productos a precios competitivos, unos productos de buena calidad o calidad suficientemente asimilable.
Algunas de las empresas japonesas están entre las más importantes del mundo como Mitsui, Itochu y Mitsubishi, los tres grandes zaibatsu; pero tienen unas 30 empresas entre las 100 más grandes del mundo.
Comunicaciones
La red de comunicaciones japonesa es muy densa y muy buena. Se crea, básicamente, en la época meijí, y conecta el país por la periferia, fundamentalmente.
La red ferroviaria es muy densa, y probablemente la más moderna del mundo. Transporta tanto mercancías como viajeros, de manera masiva. Es una de las más utilizadas del mundo.
La red de carreteras también es muy tupida y moderna. Está siendo remodelada casi continuamente, haciendo auténticos alardes de ingeniería. La red de autopistas es particularmente densa.
Tanto la red ferroviaria como la de carreteras están permanentemente congestionadas, a pesar de su densidad, y son claramente insuficientes para el tráfico japonés y las demandas de desplazamiento.
La marina mercante es la segunda del mundo en importancia. Sirve, fundamentalmente, a la exportación. Recala en los grandes puertos de las megalópolis y viaja por todo el mundo. Algunos barcos son auténticas factorías flotantes.
La aviación es una de las más importantes del planeta, tanto interior como exterior. Casi todas las ciudades tienen su aeropuerto; muchos de ellos internacionales.
La red de telecomunicaciones es una de las más densas y destacadas del mundo, y una de las más modernas. Abarca desde los periódicos a Internet pasando por todo tipo de cadenas de radio y televisión. Las telecomunicaciones sirven, fundamentalmente, a la sociedad japonesa y tienen muy poca influencia fuera de su país.
La intervención del Estado a través de los planes económicos ha sido fundamental para desarrollar una red de comunicaciones tan tupida y moderna como la japonesa.
El comercio exterior
El comercio exterior es muy importante para Japón, tanto por las exportaciones como por las importaciones, y debido al tamaño de la economía japonesa está presente en todo el mundo.
Japón importa, sobre todo, materias primas, petróleo en crudo y algunos bienes de consumo. El 22% son productos agrícolas, el 23% energético y el 9% mineral y metales. Sus principales proveedores son Estados Unidos y la Unión Europea, que suman el 51% de las importaciones, además del sureste asiático.
Japón exporta productos elaborados de alto valor añadido y maquinaria de equipamiento, principalmente. Sus principales clientes son Estados Unidos, la Unión Europea y el sureste asiático.
La balanza comercial es claramente favorable a Japón. El valor de las exportaciones ha aumentado espectacularmente, aún descontando la inflación. En 1970 rondaba los 19 mil millones de dólares, en 1980 los 142 mil millones y en 1992 los 340 mil millones.
Los dragones del entorno asiático
El desarrollo económico del Japón se difunde por todo el área del Pacífico gracias a la política de desconcentración de las grandes compañías. Estas empresas buscan mano de obra más barata para trabajos que requieren un grado de especialización menor. Sin embargo, la población de estos países necesita una cualificación mínima, que proporcionan las nuevas firmas. Además, en estos países las empresas encuentran ventajas fiscales que no tienen en el suyo. No obstante, los centros de decisión siguen siendo japoneses, y están ubicados en Japón, lo mismo que los capitales.
La desconcentración empresarial les permite controlar el mercado, tanto de importación como de exportación, ya que tienen en sus manos los canales de comercialización de los productos.
Las industrias se localizan en las costas de los países y en aquellas ciudades que están bien situadas en las vías del comercio internacional. Una gran empresa crea un importante impacto en la región en la que se instala, no sólo por la creación de puestos de trabajo sino, también, por la necesidad de construir unas vías de comunicación, que generalmente faltan, y que pueden ser aprovechadas para el desarrollo autóctono. Además, se eleva el nivel de instrucción de la población, ya que por lo general es muy bajo y la empresa necesita fuerza de trabajo con una capacitación mínima. Sin embargo, todo esto depende de la política japonesa.
Se han beneficiado de este fenómeno países como Taiwán, Corea, Singapur, Malasia, Indonesia, Vietnam, etc., que son considerados como los «dragones» del sureste asiático. Todos ellos han pasado de ser países subdesarrollados a estar en vías de desarrollo; y todo gracias a un crecimiento económico espectacular durante los últimos 20 años: Taiwán 8%, Singapur 7%, Malasia 7%, Indonesia 5%, Corea 10%, frente al 4% de Japón. Claro que no es lo mismo el 7% de Singapur que el 4% de Japón. No obstante, muchos de los productos que antes exportaba Japón ahora los comercializan estos países. Son productos de alto valor añadido, de peor calidad que los japoneses, pero asimilables. En ocasiones tratan de evitar el prestigio de la marca. Corea tiene dos grandes firmas autóctonas: Daewoo dedicada al automóvil y Sunkyong dedicada al petróleo, entre las 50 empresas más grandes del mundo. Taiwán es uno de los países más importantes en la producción de componentes para computadoras.
El punto más débil de estas economías es su dependencia de los capitales de Japón y su producción, casi en exclusiva, para la exportación. El consumo interno de todos ellos apenas a crecido, salvo en Corea.
Foto satelite de China-Corea-Japon de noche donde se pueden apreciar la contaminación luminica, y como dato curioso el espacio en negro que se ve sin luces es Corea del Norte...sin comentarios.
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